Mercado de pulgas en Usaquén
Es un día soleado en Bogotá y decidimos visitar el Mercado de las Pulgas en Usaquén, que sólo tiene lugar los domingos en las calles alrededor del Parque de Usaquén.
El viaje es en taxi hasta el norte de Bogotá. Muchas tiendas están cerradas y desde el taxi veo impresionantes grafitis que decoran las persianas bajadas.
Dejamos el taxi en el Parque de Usaquén. Es el punto central del barrio, rodeado de numerosos restaurantes, con oferta local, mediterránea o asiática. Los numerosos gartnecafés y pubs nos invitan a quedarnos.
Paseamos por las calles y observamos las presentaciones de los vendedores ambulantes. Aquí se ofrece principalmente artesanía, productos caseros, recuerdos y, por supuesto, café. Por supuesto, los puestos de comida callejera también nos tientan con sus ofertas locales. Pero me niego a comer las mazorcas de mayo a la parrilla. Disfrutamos del agradable ambiente, que siempre está amenizado por músicos callejeros u otros espectáculos.
Aquí también se notan los efectos de la pandemia. No hay tanta gente por ahí.
No veo a ningún turista y las máscaras son obligatorias en público.
No es hasta la hora de comer cuando las calles se llenan. Es el momento de decidirse por un restaurante. Hay demasiadas opciones y después de muchas idas y venidas nos decidimos por El Mediterráneo. Esta decisión fue muy buena y puedo recomendarla una y otra vez.
Flea market in Usaquen
It is a sunny day in Bogota and we decide to visit the Mercado de las Pulgas in Usaquen, which only takes place on Sundays on the streets around the Parque de Usaquén.
The trip is by taxi to the north of Bogota. Many shops are closed and from the taxi I see impressive graffiti decorating the lowered shutters.
We leave the taxi at Parque de Usaquén. This is the central point of the neighbourhood, surrounded by many restaurants, with local, Mediterranean or Asian offerings. The many gartnecafe’s and pubs invite us to linger.
We stroll through the streets and watch the presentations of the street vendors. Primarily, handicrafts, homemade goods, souvenirs and, of course, coffee are offered here. Of course, the street food stalls also tempt us with their local offerings. But I refuse to eat the grilled May cobs. We enjoy the pleasant atmosphere, which is always livened up by street musicians or other entertainment.
Here, too, the effects of the pandemic are noticeable. There are not so many people on the road.
I don’t spot any tourists and masks are compulsory in public.
It is not until lunchtime that the streets fill up. It is time to decide on a restaurant. There is too much choice and after much back and forth we decide on El Mediterráneo. This decision was very good and I can recommend it again and again.
